LA PRESIÓN DEL AIRE
Los cambios significativos de altitud afecta la presión de aire cuando se conduce de una elevación a otra, esta influencia es relativamente pequeña y puede ser acomodada fácilmente.
La presión atmosférica es la fuerza ejercida sobre objetos, por el peso de las moléculas de aire sobre ellos. Las moléculas de aire son invisibles pero tienen masa y ocupan espacio, sin embargo, a medida que la altitud aumenta la presión atmosférica disminuye. Por ejemplo, al nivel del mar, la presión de aire que empuja contra la tierra es 14.7 libras por pulgada cuadrada (1 kilogramo por centímetro cuadrado) y solo baja a 10.1 libras por pulgada cuadrada a 10,000 pies.
Al medir la presión de aire de un neumático, es importante saber que existe una diferencia entre la presión atmosférica y la presión manométrica. La mayoría de los manómetros (incluyendo los utilizados para medir la presión en neumáticos) son diseñados para medir la cantidad de presión sobre la presión atmosférica del ambiente.
Imagine dejar escapar el aire completamente de un neumático; inclusive luego de que no quede aire, el neumático continua experimentando 14.7 libras por pulgada cuadrada de la presión atmosférica. Sin embargo, el medidor de presión de aire del neumático marcará cero libras por pulgada cuadrada, debido a que la presión dentro del neumático es igual a la presión fuera de él.
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La presión de aire en el neumático, también cambia de acuerdo a la temperatura exterior, aproximadamente 1 psi por cada 10 grados Fahrenheit. La presión de aire medida en climas relativamente moderados cambiará bajo temperaturas más bajas a elevaciones más altas.
Lo presentado con anterioridad, nos indica que, en muchos casos la temperatura ambiental nivela la diferencia debido al cambio de altitud. Dependiendo que tan larga sea la estadía en diferentes altitudes, es conveniente fijar la presión de aire en frío, la mañana siguiente luego de su llegada, lo mismo que a su regreso.
El efecto invernadero también afecta a la presión del aire:
El calentamiento global está redibujando las isobaras en los mapas de tiempo. Los investigadores han descubierto que los cambios en la presión de aire en los últimos 50 años llevan la huella del hombre.
Éste parece ser el primer informe hecho público sobre el efecto del hombre en los barómetros, en vez del archiconocido efecto sobre los termómetros. La mayoría de los científicos coinciden en que la temperatura media del planeta ha aumentado más de lo normal en el último siglo por culpa del efecto invernadero, consecuencia de los de los gases generados por la actividad humana. Nathan Gillett y sus colegas de la Universidad de Victoria (Canadá), han demostrado que existe también un cierto efecto invernadero referente a la presión del aire.
Los cambios en la presión de aire pueden tener un efecto importante sobre el clima. La presión del aire modifica la circulación atmosférica, y por tanto influye en la distribución de la humedad. Estos cambios en la circulación atmosférica pueden alterar las precipitaciones, la temperatura, los vientos y probabilidad de tormentas.
Por ejemplo, los cambios en un patrón de circulación de aire denominado "oscilación de Atlántico Norte" están implicados en los recientes aumentos de precipitaciones sobre Escocia, la sequía en España, y descenso en el número de heladas en Francia. Estas tendencias, y su impacto sobre el clima, podrían ser mucho más importantes de lo que nos pensamos.
Los investigadores han determinado que las simulaciones del clima por ordenador han subestimado la importancia de los cambios en la presión de aire. Estudiaron los registros de la presión atmosférica en el nivel del mar desde 1948, empleando para ello tres conjuntos independientes de medidas, y descubrieron que todo encajaba.
"Estas tendencias harán que los inviernos sean cada vez más suaves, con más precipitaciones y más ventosos en el norte de Europa", dice Gillett. "Los inviernos en gran parte del Canadá y de los EEUU serán más suaves, pero en cambio el sur de Europa será más seco, y la península del Labrador y Groenlandia tendrán inviernos más fríos".
Estos cambios no prueban, por sí mismos, que las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero sean las culpables del aumento de presión y sus consecuencias. Dichos cambios podrían ser causados por variaciones naturales del clima de la tierra.
Para discernir si las actividades humanas eran la causa de estas variaciones, el equipo de Gillett comparó sus observaciones con cuatro modelos del clima global hechos por ordenador. Para cada modelo, simularon ciertos cambios en las concentraciones de gases invernadero y las cantidades de polvo (formado a partir de ciertos gases sulfurosos) en suspensión en la atmósfera (el polvo altera clima al dispersar la luz del Sol e influenciando la formación de nubes).
Las predicciones de los modelos de cambio de presión atmosférica coincidieron con los del mundo real, siempre que se contase con las emisiones de gases invernadero de origen humano. Sin tener en cuenta estas emisiones, los mapas no coincidían.
Los modelos por ordenador y las medidas reales demostraron el mismo patrón de cambios, aunque los modelos subestimaron su importancia.
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